lunes, 7 de noviembre de 2016

BJS - SHE . Mi madre

China me trae muy buenos recuerdos, es cierto. No así sus vuelos nacionales. 

Hoy tenía que ir de Pekín a Shenyang y el avión era todo un espectáculo. Creo que no se podían incumplir más normas aéreas internacionales por metro cuadrado. No lo entiendo. 

Yo, que ya sabréis que soy un tipo que intenta cumplir con las leyes, no alcanzo a comprender cómo alguien se las puede saltar tan a la ligera. Allí no había nadie que llevara puesto el cinturón de seguridad. Las maletas se amontonaban en el pasillo como si de un autobús de una película localizada en el Amazonas se tratara. Había una señora, muy mayor ella, que viajaba con una jaula y dos gallinas. ¡¡Dos gallinas en el avión!! Un hombre, que rondaría los cincuenta, ha estado escupiendo todo el viaje en un pequeño cubo que había en la parte delantera del pasaje, y donde escupía más gente. Y otro hombre, este mucho más anciano, se ha encendido un cigarro en mitad del vuelo, hasta que una amable azafata (muy amable para mi gusto) le ha pedido que lo apagara. 

Se lo ha pedido por favor, con una sonrisa de oreja a oreja. Él no ha obedecido inmediatamente. Muy al contrario, le ha estado fumando en la cara mientras le discutía hasta que lo ha apagado en el mismo cubo donde el otro estaba escupiendo. La azafata ha dado por zanjado el tema y ha seguido a lo suyo. 

He estado a punto de levantarme y gritar: ¿Ya está? ¿Esto es todo? ¿No vas a ponerle ni una multa ni nada? ¡Este hombre te ha insultado fumándote en la cara! ¡Con su actitud ha menospreciado al resto de los viajeros! ¿¿Y ya está??

No lo he hecho, claro.

Hoy no podía dejar de mirar a mi alrededor y escandalizarme. Y me han entrado las dudas. ¿Para qué voy a seguir haciendo fuerza para mantener este avión volando? ¡Pero si nos merecemos que se estrelle! Esta gente está jugando con su propia vida en este avión incumpliendo todo lo incumplible. 

He pensado que íbamos a morir pero, evidentemente, no ha sido así. Y con esta amargor he bajado del avión. Deprimido, agobiado, pensativo, porque nada merece la pena si, hagas lo que hagas, la vida va a hacer lo que le de la gana. 

No sé si me explico. ¿De qué valen las normas, las reglas, las leyes si hay gente que se las salta siempre y no le pasa absolutamente nada; y otra gente las incumple una sola vez y acaba entre rejas? Le he estado dando muchas vueltas al tema hasta que me ha venido una frase que siempre decía mi madre: "Te pasas la vida intentando no morir atropellado por un camión, y acabas muriendo atropellado por un triciclo."

Seguramente la mujer tenía razón, pero yo, y mira que lo he intentado, no puedo dejar de mirar a todas partes buscando camiones.

Mi madre


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